Los primeros años de la década del 80 se enmarcan en un periodo clave de la ciencia ficción en Estados Unidos. Dos años antes, en 1979, Alien, El Octavo Pasajero daba cátedra al situar un monstruo extraterrestre en una nave carguera, cuya tripulación era diezmada sin compasión. Se trataba de una historia novedosa porque su director, el británico Ridley Scott, integró el género de terror con la idea de la exploración espacial. Posteriormente, el mismo cineasta dirigió Blade Runner en 1982, año en el que también se estrenó The Thing de John Carpenter, Star Trek, La Ira de Khan de Nicholas Meyer, E.T. El Extraterrestre de Steven Spielberg y Tron de Steven Liesberger. Las cintas señaladas reivindicaron el género de ciencia ficción, con historias novedosas y la utilización de estéticas y realidades posibles para la humanidad.

Las películas citadas hoy son parte de la cultura popular y también influencias para cualquier película de ciencia ficción moderna. También son obras veneradas por la crítica por su aporte técnico y lenguaje audiovisual. Sin ir más lejos, Tron fue un antecedente directo de la revolución de la informática y sus efectos especiales. Pero en aquella época también hubo otra obra que no se suele citar en casi ningún texto de cine. En 1981 el neoyorkino Peter Hyams estrenó Atmósfera Cero (Outland), filme que se inspiró en el clásico western A la Hora Señalada (1952) de Fred Zinnemann. En el panteón de los western sagrados está este filme, además de otros como Más Corazón que Odio, La Diligencia y Río Bravo. A la Hora Señalada fue protagonizada por Gary Cooper, quien era un sheriff asediado por una venganza ajena, y en la que tuvo relevancia otros tópicos como la redención, la cobardía y la idea de los habitantes de un pueblo que simplemente deciden dar la espalda al hombre que representa la ley.


Hyams tomó esta idea y decidió llevarla al espacio. Esta vez el protagonista fue el confiable Sean Connery, quien en aquella época había perdido la conexión con el público y la crítica, sobre todo, luego de nefastos trabajos vinculados al cine de catástrofe como lo fue Meteoro (1979) de Ronald Neame. En Outland a Connery se le ve cómodo en el papel de un sheriff de un asentamiento minero. Es en este lugar en donde descubre algunos hechos ilícitos que se vinculan con el tráfico de drogas bajo la tutela del mandamás de la colonia espacial (Peter Boyle). Cuando Connery denuncia la conspiración es cuando comienza la misma espera que tuvo que enfrentar alguna vez Gary Cooper, si bien esta vez los forajidos no vienen en tren, sino en un transbordador espacial.

Hyams no sólo honorifica el filme de Zinnemann. En Atmósfera Cero utiliza la misma idea del sheriff abandonado a su suerte con una colonia minera amoral y sin misericordia alguna. Connery es abandonado por su familia, por sus oficiales y colegas. Nadie lo quiere ayudar con excepción de una doctora (Frances Sternhagen). Lo interesante del filme es que Hyams construyó un material totalmente nuevo, con algunas ideas diferentes en torno al desamparo en una estación espacial y la idea de una organización empresarial que sólo ve a sus mineros como recursos relevantes para incrementar la producción, aún si ello requiere del uso de drogas que dejan a las personas psicóticas y suicidas.

Atmósfera Cero
también es un filme que denuncia cierto hacinamiento en una colonia espacial, en la que todo debe ser perfecto y pragmático. Aquí no hay tiempo para los cuestionamientos morales porque todo está orquestado hacia un propósito que es la eficiencia. Las acciones de Connery son rupturistas y peligrosas para el supuesto bien común. En A La Hora Señalada el espectador podía sentir el suplicio de Gary Cooper. Su rostro reflejaba el cansancio de un sheriff crepuscular que se debatía entre la vida y el deber ser. En Atmósfera Cero, el hombre de ley que representa Connery es más físico e introspectivo. Es un hombre de mirada silenciosa y en vez de miedo le sobra ira.

El otro protagonista de Atmósfera Cero es su cuidadoso diseño de producción. Los pasillos y recovecos de la colonia espacial a veces parecen ser una extensión de la nave Nostromo de Alien. A ello se suma el sugerente score de Jerry Goldsmith, el cual refuerza el suspenso en el último tercio del filme. El trabajo de Hyams y colaboradores también da cuenta de lo efectivo y sutil que siempre ha sido la utilización de maquetas. Todo en Atmósfera Cero luce real y nuevo. Se trata de una obra digna a ser redescubierta y cada nueva visualización de ella sólo le hace ganar más puntos. Toda la carrera de Hyams ha sido irregular en torno a filmes de diversos géneros, pero si se tuviese que reivindicar su aporte como creador, definitivamente sería en el género de ciencia ficción. En 1978 dirigió Capricornio Uno, la primera película que tomó la idea del supuesto fraude espacial en torno al hombre en la luna, pero esta vez en Marte. También dirigió 2010, El Año que Hicimos Contacto (1984), una suerte de secuela de 2001: Odisea en El Espacio de Stanley Kubrick y que fue bastante denostada. Obviamente, y dejando de lado las comparaciones con su antecedente, el filme de Hyams resultó ser una obra bastante decente y con un mensaje sobre la paz entre naciones, precisamente sobre la Guerra Fría que se vivía entre Estados Unidos y Rusia en los años ochenta. Por último, Hyams también fue autor de Timecop (1994), quizá el trabajo más logrado del belga Jean-Claude Van Damme y que se relacionaba con policías que viajaban a través del tiempo.

Atmósfera Cero es la obra más concisa de Hyams y también es un ejemplo de una forma de hacer cine de ciencia ficción más artesanal. Aquí los adornos, las maquetas y los decorados son relevantes, pero lo es mucho más su historia, la que corresponde a una de las mejores reactualizaciones que se ha visto en cines sobre un filme clásico.

Título original: Outland (Atmósfera Cero) / Director: Peter Hyams / Intérpretes: Sean Connery, Peter Boyle, Frances Sternhagen, James Sikking, Kika Markham y Clarke Peters / Año: 1981.