Hace casi 20 años una de mis grandes alegrías fue esperar el estreno de cada uno de los capítulos de Band of Brothers, miniserie de HBO y bajo la tutela de Steven Spielberg y de Tom Hanks en calidad de coproductores ejecutivos. Siempre he sido un fanático del género bélico, en distintos contextos y realidades, si bien tengo predilección por aquellas historias ambientadas en la Segunda Guerra Mundial. Haciendo un revisionado hoy de Band of Brothers puedo decir que se trata de uno de los grandes logros creativos de la televisión por cable, tanto por su escala técnica y por su historia con personajes muy bien definidos a nivel de propósitos, orígenes y desafíos internos.

Band of Brothers es básicamente una película de 10 capítulos, de 524 minutos, sobre la Compañía Easy y sus variopintos integrantes. En pantalla presenciamos su entrenamiento físico y táctico, su arribo a Europa en el contexto del Desembarco a Normandía y su performance ante diversas batallas y enfrentamientos hasta llegar a la rendición de Alemania. La estética de Rescatando al Soldado Ryan de Spielberg está presente en todo el metraje, pero lo interesante es que los capítulos están integrados con los testimonios de los verdaderos soldados que pertenecieron a la Compañía Easy, siempre liderados por el reflexivo Capitán Richard Winters que en la ficción es interpretado por el inglés Damien Lewis.

Los veteranos de guerra que vemos en pantalla cuentan sus experiencias, pasando por momentos de dolor y de traumas, pero siempre en torno a ese sentido de camaradería que es parte de las unidades militares. Estamos ante personas con esperanzas e incertidumbres personales que trascienden a cualquier ideario político. Aquel espíritu de compañerismo resalta en miradas, gestos y acciones. En pantalla vemos a varios adultos mayores que reflexionan sobre el miedo, las angustias y las dinámicas entre personas de orígenes muy disímiles, pero que al final se comportan como verdaderos hermanos en batalla, en los descansos y también en los silencios.

En el género bélico, en particular en las películas de las décadas de los años 50, 60 y 70, era común observar historias que solían retratar momentos heroicos y grandes escenarios de batalla (un muy buen ejemplo de ello es Battle of the Bulge de 1965). Sin embargo, estos ejemplos siempre eran un poco lejanos a nivel formal, casi panorámicos. Después, y con la arremetida de movimientos como el Nuevo Hollywood, fuimos presenciando ejemplos más sofisticados y personales de parte de sus propios directores. The Big Red One de Samuel Fuller (a partir de sus propias experiencias en la WWII) y Un Puente Demasiado Lejos de Richard Attenborough priorizaron una mayor intimidad de parte de sus protagonistas, con reflexiones sobre la futilidad de la guerra, el Holocausto y la pérdida de la inocencia. En cuanto a temáticas como el compañerismo y una mirada más cínica hacia la guerra está la subvalorada El Puente de Remagen. En los años 80 todo cambió y así saltamos a la primera década del siglo XXI, teniendo como introducción algunos años antes la metafísica de La Delgada Línea Roja y la antes mencionada espectacularidad visual de Rescatando al Soldado Ryan, ambas películas estrenadas en 1998.

Band of Brothers fue más íntima, si caer en los discursos moralizantes y filosóficos tan bien logrados por Terrence Malick en La Delgada Línea Roja. En la serie de HBO fuimos testigos de dos grandes aportes: la posibilidad de hacer una película en formato miniserie y con total independencia creativa de los grandes estudios, todo un sello de dicha cadena de cable que por aquella época sentaba cátedra con productos como Los Sopranos y The Wire. El segundo aporte, y probablemente la mayor cualidad de Band of Brothers, es la empatía que se produce hacia sus protagonistas, cuyos personajes escenifican la esencia de los veteranos de guerra de la Compañía Easy. Lógicamente hay mucha acción en los 10 capítulos de la miniserie, pero lo que realmente cautiva es la evolución psicológica de los soldados retratados. Hay capítulos que hablan de traumas, de miedos, de ansiedades y, finalmente, del desamparo de adolescentes que a una corta edad ya eran capaces de liderar a otros, de trabajar en equipo y de comprender el sentido de la vida en relación a la pérdida.

En Band of Brothers abundan los momentos sobrecogedores. Recuerdo aquella escena en la que el capitán Winters levantaba a cada uno de sus hombres para que pudieran subir al avión que les iba a conducir hasta Europa, un momento que transmite paternalismo y sacrificio desinteresado. También me viene a la mente cuando el capitán Winters mata a un hombre por última vez a partir de un deber ser ineludible, pero también necesario para preservar la seguridad de sus hombres. También pienso en el capitán Nixon (Ron Livingston) cuando recorre con extrañeza y horror un campo de exterminio o cuando el médico Eugene Roe (Shane Taylor) recupera su humanidad y vocación ante la pérdida de una noble enfermera. Otros momentos inolvidables son la crudeza del asedio de Bastogne, cuando el teniente Buck Compton (Neal McDonough) es testigo de la pérdida de sus amigos bajo una lluvia ataques por morteros o cuando el sargento Carwood Lipton (Donnie Wahlberg) rememora a todos los que han muerto en batalla desde los primeros días de la incursión en Europa.

Band of Brothers me recuerda a las películas de larga duración como El Gran Escape, Lawrence of Arabia o Lo que el Viento se Llevó, obras de más de 180 minutos en los que se podían apreciar la construcción de notables personajes y diálogos, además de la habilidad escenográfica y de gestión técnica de parte de sus directores. Apreciar la miniserie de HBO en dos días es una experiencia alucinante, emotiva y reveladora, en especial en torno al hermoso y sinfónico score a cargo del fallecido Michael Kamen (1948-2003). Casi una década más tarde, el tándem Spielberg y Hanks produjeron The Pacific sobre la campaña estadounidense en el sudeste asiático contra las fuerzas imperiales japonesas. El resultado también concitó la atención de la crítica y del público, pero no con el mismo nivel de intensidad de Band of Brothers. Las razones son varias, pero en esencia Band of Brothers es un producto mucho más íntimo porque sus historias, sus pequeños y grandes momentos, se muestran desde la perspectiva de personajes muy llamativos y bien construidos.

La miniserie de HBO es uno de los grandes logros de la televisión por cable, uno de los primeros contenidos que demostraron la falta de nuevas ideas en la gran pantalla. Siempre la recordaré con admiración porque produjo en mí, como espectador y cinéfilo, diversas reflexiones y estados emotivos. Me asombré por su técnica, me encariñé con sus protagonistas y lloré a mares con el testimonio de hombres que combatieron no por un anhelo de heroísmo, sino tan sólo para proteger y cuidar a sus hermanos en batalla, en la soledad y en el frío de trincheras, y en lugares muy lejos de casa.

Título original: Band of Brothers (Banda de Hermanos, Hermanos de Sangre) / Directores: David Nutter, Tom Hanks, David Frankel, Mikael Salomon, David Leland, Richard Loncraine, Phil Alden Robinson y Tony To / Intérpretes: Damian Lewis, Ron Livingston, Scott Grimes, Shane Taylor, Donnie Wahlberg, peter Youngblood Hills, Matthew Leitch, Nicholas Aaron, Philip Barantini, Michael Cudlitz, Dexter Fletcher, Rick Gomez, James Madio, Ross McCall, Doug Allen, Robin Laing, Neal McDonough, Rick Warden, Dale Dye, Michael Fassbender, Frank John Hughes, Tim Matthews, Rene L. Moreno, Douglas Spain, Richard Speight Jr, Kirk Acevedo, Matthew Settle, David Schwimmer, Marc Warren, Tom Hardy, Colin Hanks, Simon Pegg, Jimmy Fallon, Wolf Kahler, James McAvoy, Eion Bailey y Craig Heaney / Año: 2001.