La figura de Michael J. Fox ha sido una de las más comentadas de los últimos meses. Un premio Oscar a la trayectoria, un intenso documental sobre su vida (Still: A Michael J. Fox Movie), y la enfermedad de parkinson que le diagnosticaron en 1991 y que avanza sin tregua a sus más de 60 años, tienen al actor bajo la atenta miradad de espectadores y, en especial, ante seguidores incondicionales. Michael J. Fox durante mucho tiempo representó la imagen icónica de los años ochenta: juvenil, espontánea y directa, a la vez que la trilogía de Volver al Futuro de Robert Zemeckis lo catapultó a la fama mundial. En un par de años fue imposible disociar al actor de su personaje de Marty McFly, alimentando de paso los sueños de muchas generaciones en torno a un automóvil que podía viajar en el tiempo.

Pero la imagen lozana y taquillera tampoco era del gusto de J.Fox, quien a fines de la década de los excesos quería probarse a sí mismo como actor de carácter, con proyectos más arriesgados y con personajes que fuesen no tan políticamente correctos. El intérprete quería hacer drama y en 1988 lideró junto a Kiefer Sutherland el filme Bright Lights, Big City de James Bridges. A pesar de los esfuerzos, la campaña de marketing de la película seguía mostrando la jovialidad de J. Fox, dejando como resultado una obra estimable, pero que pasó bastante desapercibida. Ahora bien, todavía quedaba otra oportunidad y aquella vendría de la mano del reputado cineasta Brian De Palma.

Siempre quise hablar de Pecados de Guerra, una obra que habla de la redención y la culpa, y que además toma como historia un exceso verídico de parte de soldados estadounidenses contra ciudadanos vietnamitas. En el filme, Michael J. Fox interpreta al soldado Ericksson, quien a pocos días de estar en dicho conflicto se salva de morir gracias a la acción del sargento Meserve (Sean Penn). Días después, previo a una misión, Meserve secuestra a una mujer vietnamita con el objetivo de satisfacer sus necesidades sexuales.

El filme registra el asombro, pesar, culpa y rabia de Ericksson, quien es testigo y cómplice pasivo del secuestro la joven vietnamita. Lógicamente, hay una misión, pero Brian De Palma fija su cámara en los excesos de los soldados, quienes a partir de una cadena de mando tienen que reprimirse o simplemente acatar órdenes. Es el viaje personal de un soldado que pierde la ingenuidad a partir de las acciones más mundanas, desviadas y poco heroicas de Estados Unidos o de cualquier país en guerra.

Pecados de Guerra es uno de los filmes tardíos sobre la Guerra de Vietnam en el cine estadounidense. En El Francotirador (1978), de Michael Cimino, ya se había profundizado sobre los cambios psicológicos, familiares y en las relaciones de amistad en torno a la guerra, en Pelotón (1986), de Oliver Stone, se abordó la pérdida de la inocencia a través de la violencia, y en Nacido para Matar (1987), de Stanley Kubrick, se analizó el reacondicionamiento social a partir de la guerra y el militarsmo. En esa línea, Pecados de Guerra llegó algo más tarde, en 1989, pero aquello no la detiene en originalidad. Esto porque la propuesta de De Palma ahondó en el ámbito de los excesos y también en los códigos de honor, en especial cuando estos se rompen.

Otro aspecto interesante de la Guerra de Vietnam, ante los ojos de De Palma, es la decadencia moral del destacamento de Ericksson. Estamos ante un simbolismo en torno a los motivos que condujeron a los estadounidenses a una absoluta derrota ante las fuerzas del Vietcong. El heroismo idealista de los filmes de la Segunda Guerra Mundial queda desplazado en la propuesta del director de Carrie, quien desde la visión y experiencias de Ericksson habla de traumas y también de cuando se pierde el límite entre la moralidad y la falta de escrúpulos.

Michael J. Fox realiza la que podría ser la mejor actuación de su carrera. Deja de lado la comedia privilegiando intensos momentos de introspección, además de silencios y miradas. En contraposición está Sean Penn, cuyo Merserve muestra el lado más salvaje de la guerra, en especial, cuando se tiene poder de fuego a una corta edad. A ello se suma la capacidad de amedramiento de Merserve hacia sus soldados, como si se tratara de un abusador que del colegio cambió de escenario a un campo de batalla. Representa un liderazgo que no es tal, sino más bien la utilización enfermiza del poder, y en donde Vietnam representa un lugar en el que está todo permitido.

A todo lo anterior se suma el score de Ennio Morricone, el que intensifica y amplifica el sucuestro y violaciones contra una inocente, además del sufrimiento psicológico de Ericksson, quien posteriormente es amedrentado e ignorado. Las notas de Morricone expanden la deshumanización de la guerra, conectando con el relato íntimo de Ericksson con los paradigmas de los espectadores.

Ahora bien, es importante destacar que Pecados de Guerra no es una denuncia contra la figura del ejército, los militares o de la guerra misma. No busca caer en análisis facilistas, sino más bien es un filme que busca denunciar cuando se cruzan límites, cuando no hay regulación y autorregulación entre quienes están insertos en la guerra. En todo este análisis volvemos a la figura de De Palma, quien a veces también es un outsider, como el propio Ericksson al interior de su destacamento. De Palma fue parte de la misma generación de Scorsese, Lucas y Spielberg, pero siempre ha estado un peldaño más abajo que sus coetáneos, siendo para él mucho más difícil el favor de la crítica y la aprobación de nuevos proyectos fílmicos.

Pecados de Guerra es el mejor momento de Michael J. Fox, quien también trabajó bajo las órdenes de Woody Allen y de Peter Jackson. Lamentablemente, su enfermedad le obligó a retirarse del cine o mejor dicho de los roles protagónicos. En vez de ello, sus últimos años como intérprete privilegiaron pequeños roles en televisión que le permitían menos presión y exposición. Michael J. Fox es un gran intérprete, un actor dotado en comedia desde su rol en Family Ties, pero no olvidemos que siempre ha sido un actor de carácter competente, capacitado para trabajar en dramas. Pecados de Guerra es parte de su legado y me gusta pensar que el Oscar honorífico que le entregaron hace pocos meses es un reconocimiento, en parte, a su aporte y talento en varios filmes, entre ellos, el de De Palma. Cada cierto tiempo vuelvo a esta notable película en el cual dos grandes actores (Penn y J. Fox), inspirados y precisos, nos regalaron un tour de force interpretativo. Michael J. Fox siempre será el eterno Marty McFly de Volver al Futuro, si bien su talento y versatilidad también están presentes en Pecados de Guerra, una de las grandes obras del cine estadounidense de 1989.

Título original: Casualties of War / Director: Biran De Palma / Intérpretes: Michael J. Fox, Sean Penn, John Leguizamo, John C. Reilly, Don Harvey, Ving Rhames y Dale Dye / Año: 1989.