No quería escribir en Espectador Errante sobre el género de superhéroes o más bien la adaptación de comics a la gran pantalla. Ello porque sentía que Christopher Nolan ya lo había dicho y hecho todo, y demasiado bien, con su trilogía hiperrealista de Batman. A pesar de esta negativa me quedé pensando en el filme Logan porque más allá de pasarlo bien, me gustó mucho el ocaso de Wolverine y sus guiños al western clásico Shane (1953) de George Stevens.

El mundo de los X-Men le debe mucho a Bryan Singer, director que asombró a la crítica con el retorcido final de Los Sospechosos de Siempre en 1995. Posterior a dicho éxito, Singer quería explorar otras posibilidades y lo hizo con X-Men en el año 2000, a partir de la historia y comic creado por Stan Lee y Jack Kirby en torno a hombres y mujeres con superpoderes. Lo más llamativo de dicha película, dejando de lado los impresionantes efectos visuales, fue la presencia de un joven Hugh Jackman en el rol de Logan. Era un sujeto atormentado, sin pasado y errante, y también con una rabia e individualismo que no pasaba inadvertida. 17 años más tarde, Jackman ya había interpretado varias veces a este personaje, en películas muy bien logradas como X-Men: Días del Futuro Pasado y en traspiés como X-Men Orígenes: Lobezno. A pesar de las malas y buenas decisiones, Wolverine continúo siendo uno de los personajes más queridos de la saga, lo que se debe a su complejidad y valor narrativo, pero en especial por el carisma de Jackman.


En Logan vemos la despedida de Wolverine en un personaje crepuscular. En las primeras escenas, que transcurren en un futuro utópico, se nota el cansancio y desdén de un ex superhéroe. Logan sólo desea pasar inadvertido y descansar. De la nobleza que alguna vez defendió bajó la gran X queda muy poco, sólo el recuerdo de un cuerpo cansado y dolido. Las cintas de Iron Man y del Capitán América suelen entretener. Son festivales de efectos especiales que muestran las últimas posibilidades de la industria, pero finalmente son trabajos para el lucimiento de sus intérpretes, algunos con más o menos espesura. Por ejemplo, en el fracaso de Hulk de Ang Lee se aprecia el estilo de dicho autor. Proliferan ideas y sustancia en las relaciones entre superhéroes y mortales. Sin embargo, y no es por desmerecer gratuitamente a Joss Whedon, pero ¿qué hay en su cine que lo identifica como un autor? o ¿hay algo más allá detrás de El Increíble Hulk de Louis Leterrier?

Por eso, se debe observar a este género con distancia. Es entretenido y atrae a masas. Incluso, universaliza ciertos valores relacionados con la igualdad y la civilidad, pero ¿se acuerdan de él una vez fuera de la sala? Probablemente, nos acordamos de la cara de Robert Downey Jr. y sus divertidas frases, pero no del cine que hay pantalla.

En cambio, con Logan James Mangold va más allá de lo que hizo en Lobezno Inmortal (2013). Esta vez se la juega por un relato que parece nuevo y políticamente incorrecto algunas escenas. Aquí Logan tiene que salvar a un niña con sus mismos talentos en un mundo en donde los X-Men apenas son un recuerdo en papel y en palabras. El paralelo con Shane no es accidental, ya que en dicho filme un joven Alan Ladd también representaba a un hombre solitario, sin contexto, que busca su destino hasta que se encariña con un niño y su familia. Es en ese momento en el cual debe tomar una decisión, y así convertirse en el héroe de la película. Logan al igual que Shane no quiere actuar, pero sabe que tiene que hacerlo, lo que finalmente redefinirá su redención aún si ésta pudiese involucrar su final. En otro ámbito, se trata de la historia de un hombre que cuida a Charles Xavier (un notable Patrick Stewart), quien no sólo fue su mentor, sino también aquel padre adoptivo que le entregó afecto y aprobación.

James Mangold siempre ha sido un buen artesano, pero también es un director que sabe de cine. En Tierra de Policías (1997) filmó la historia de un policía que no desea actuar, después en El Tren de las 3:10 a Yuma (2007) realizó con respeto e inventiva una reactualización de un clásico de los años 50´, y en Walk The Line (2005) desmitificó al propio Johnny Cash, con sus bondades y demonios incluidos. Logan supone un avance para Marvel, que aunque tenga obras más exitosas que su competidor DC Comics, todavía permanece obnubilada por cierto tratamiento infantil en sus historias. Logan es valiosa porque además de entretener consigue conectar a las nuevas audiencias con el cine clásico y con un antihéroe que se despide con clase y sin estiramientos innecesarios.

Título: Logan / Director: James Mangold / Intérpretes: Hugh Jackman, Patrick Stewart, Dafne Keen, Boyd Holbrook, Stephen Merchant, Elizabeth Rodriguez, Richard E. Grant y Eriq La Salle / Año: 2017.