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Cuando se hace referencia a un western usualmente la memoria colectiva nos remite a las obras de John Ford, Sam Peckinpah, Clint Eastwood y Howard Hawks. Los trabajos de estos directores se han posicionado como referentes de este género genuinamente estadounidense, ya sea por innovaciones técnicas y su narrativa. Sin embargo, existe otra división de cineastas menos conocida, la que suele ser identificada con mayor facilidad en el ámbito de los cinéfilos. En dicha categoría está la figura de Henry Hathaway (Nevada Smith), Raoul Walsh (The Big Trail) y Delmer Daves, quienes en un principio fueron considerados buenos artesanos, es decir, cineastas por encargo. Finalmente, el tiempo y el estudio de sus obras han calificado a estos personajes como verdaderos autores de la cinematografía mundial. Probablemente, el caso menos conocido sea el de Delmer Daves, quien realizó westerns que hoy son esenciales, entre ellos, Jubal y 3:10 To Yuma.

Los westerns se construyen a partir de ciertos arquetipos e ideas que se relacionan directamente con la cultura colonial y expansiva americana. La conquista del oeste, la fiebre del oro y la lucha entre el hombre blanco y el indígena son algunos de sus tópicos, pero también predominan otros conceptos más profundos y psicoanalíticos, entre ellos, la redención, la segregación racial, la ambición, los inicios de la estratificación social de EE.UU., el compañerismo y la preservación del núcleo familiar. En 3:10 To Yuma, Delmer Daves irrumpe con una propuesta visual atípica para 1957, año de estreno de este filme en donde sobresale una puesta en escena al servicio de los personajes.

yuma_2En 3:10 To Yuma Van Heflin interpreta a Dan Evans, un padre de familia pobre y apesadumbrado producto de su falta de suerte. Es el granjero insignificante y anónimo que prefiere evitar el conflicto y perderse la acción. En la otra vereda está Ben Wade, líder de una banda de forajidos con una visión cínica del mundo. Es el bandido solitario con cierto código de ética que hace del robo un estilo de vida, a la vez que es un observador que tiene claro que las nimiedades del ser humano están presentes en todas las personas que lo rodean, ya sea en el cuerpo de santos o demonios. El destino de ambos hombres se une a través de una historia que concierne a la empatía y al saber sobrellevar las miserias en una sociedad individualista que actúa según recompensas. Dan Evans es el hombre común que experimenta una situación extraordinaria: la de llevar a Wade en calidad de prisionero al tren de la 3:10 con dirección a Yuma.

3:10 To Yuma emociona a raudales y no por sus tiroteos y secuencias de acción. Todo lo contrario, ya que se trata de un filme intimista, cuya composición de los encuadres otorga profundidad y significado a cada personaje. Es elegante en la composición de sus escenarios, lo que se acentúa por la utilización del blanco y negro. El carisma de Glenn Ford brilla en la pantalla, a la vez que humaniza a Wade, haciéndolo cercano a la audiencia. Transmite los pensamientos del espectador ante la posibilidad de que su captor titubee en torno a sus principios. También es un villano lacónico que tiene muchos paralelismos con el personaje de Evans, ya que ambos son hombres que cumplen la palabra empeñada.

Un tercer protagonista de 3:10 To Yuma son los diálogos. Detrás de estos está presente la pericia de Elmore Leonard, uno de los padres de la novela negra de Estados Unidos (Get Shorty). El filme se basa en una de sus primeras historias adaptada al cine, en la que se aprecia su prosa violenta y mordaz, además de los códigos que son propios de la amistad y entendimiento entre el género masculino. Ejemplo de ello son las conversaciones entre Wade y Evans en la habitación de un hotel, en donde ambos, y a pesar de ser antagonistas, comparten la hermandad de quienes suelen ser observadores del mundo, siempre en forma solitaria y nostálgica de un pesado mejor.

La visión y destreza fílmica de Delmer Daves en 3:10 To Yuma fue de vanguardia, con una historia que no necesitó recurrir a grandes idealismos relacionados a la libertad o el patriotismo, sino más bien a la oportunidad que recibe un granjero para demostrar su hombría y valores. Es imposible no conmoverse frente a este relato en cuyas últimas escenas todos queremos, incluso el mismísimo Wade, ayudar a Evans a llevar a su prisionero hacia el tren de las 3:10 a Yuma. Lo imposible se hace realidad mientras todos aplaudimos con una enorme sonrisa como un sujeto común y corriente obtiene ese momento extraordinario, ese recuerdo imborrable bajo una lluvia que augura una mejor vida y un mejor mañana. El valor y cariño por este filme se evidencia en el remake de 2007 con Russell Crowe y Christian Bale a cargo de James Mangold, filme que tuvo su estilo propio, pero que no pudo superar la angustia en el rostro de Van Heflin y la mirada penetrante de un Glenn Ford en estado de gracia.

Título: 3:10 To Yuma / Director: Delmer Daves / Año: 1957 / Intérpretes: Glenn Ford, Van Heflin, Felicia Farr, Leora Dana, Henry Jones y Richard Jaeckel.