Siempre he sentido fascinación por determinados íconos cinematográficos. Marilyn Monroe, James Dean y Elvis Presley son algunos de ellos, pero yo me siento más cercano con otros personajes menos conocidos por la opinión pública. Me refiero a personajes que por sus capacidades interpretativas y carisma son difíciles de olvidar. Uno de ellos fue Steve McQueen, actor que en Estados Unidos fue conocido como “The King of Cool” (El Rey de lo Cool). Esto porque fue un artista que condujo su carrera en sus propios terminos, a la vez que evitó hacer concesiones, cuando pudo, hacia los grandes estudios. Fue un individuo que experimentó su vida con una vinculación muy estrecha con el riesgo, la adrenalina y la velocidad.

Steve McQueen era una hombre apasionado por el automovilismo y el motociclismo, cualquier disciplica no se asociara a la idea de la velocidad. Su vida siempre transitó en el límite. Era mujeriego, controlador y muy consciente del carisma e impacto visual que producía su personalidad en la pantalla. Hasta su nombre era llamativo y desde muy joven, en sus inicios como actor en los años 50. Tuvo diversos roles en televisión hasta que el director John Sturges, artesano especialista en el género de la acción y la aventura, lo puso en el mapa. Lo anterior, con tres películas: Never So Few junto a Frank Sinatra, Los Siete Magníficos y El Gran Escape. El magnetismo que produjo en pantalla se puede constatar en Los Siete Magníficos en donde robó pantalla al propio Yul Brynner, el protagonista del filme. En esta obra, McQueen siempre hacía algún gesto, un detalle en su postura o una mirada que terminaba por opacar a Brynner.

El ascenso a la fama de McQueen fue meteórico hasta que llegamos a Le Mans (1971), uno de sus proyectos más personales sobre el piloto Michael Delaney y su obsesión por ganar la famosa carrera de Las 24 Horas de Le Mans. Recuerdo haber visto esta película en formato DVD, uno de sus trabajos que tenía pendiente. La primera impresión fue el haber visto uno de los registros audiovisuales más caros de la historia sobre el automovilismo. El documental Steve MacQueen: The Man & Le Mans, realizado por Gabriel Clarke y John Mckenna, toma dicho elemento y explica con bastante detalles la obsesión del protagonista de Papillón por llevar al cine la mejor película sobre el deporte tuerca.

Steve McQueen estuvo obsesionado por años por Le Mans, la que exigió varios meses de producción. Extensas semanas de rodaje, presupuestos que se salían de control, accidentes y la ausencia de una historia fueron elementos que marcaron la producción de Le Mans. El interés por este proyecto llevó a su protagonista a crear su propia productora: Solar Productions. A ello se sumó que un año antes de la filmación, McQueen se probó a sí mismo como conductor de autos de carrera, obteniendo el segundo lugar en Las 12 Horas de Sebring junto a su compañero Peter Revson, y sobre un modelo Porsche 908. Este triunfo se transformó en una de las proezas más importantes para McQueen, obteniendo de paso el respeto de la comunidad de pilotos.

Con Le Mans, Steve McQueen tenía la visión de transportar al público hacia un automóvil de carrera, para que las audiencias sintieran la adrenalina de tripular un automóvil con más de 600 caballos de fuerza y a más de 200 kilómetros por hora. En el documental se detalla todo este trabajo que requirió nuevas técnicas cinematográficas, cámaras montadas en lugares imposibles y las tomas más audaces que pudisesen existir en aquel entonces. En imágenes y a través del testimonio de diversos colaboradores que trabajaron en la producción de filme comenzamos a indagar en las presiones de McQueen, quien quería realizar la mejor película posible, si bien en 1966 el cineasta John Frankenheimer (Seconds, Ronin) se había adelantado con un notable filme sobre carreras de auto y con una buena historia de fondo, me refiero a Grand Prix.

Steve McQueen: The Man & Le Mans profundiza en la desintegración de un hombre en torno a su pasión, a la vez que vamos siendo testigos del carácter impulsivo, controlador y autoritario de McQueen, quien terminó perdiendo no sólo el control profesional, sino también el familiar. El documental muestra como la producción de Le Mans poco a poco comenzó a perder su norte, con el alejamiento de John Sturges, el director original del filme que posteriormente fue reemplazado por el desconocido Lee H. Katzin. En el documental se detallan anécdotas sobre la relación y desacuerdos de McQueen con sus colaboradores, destacando los comentarios de su hijo, Chad McQueen. El también intérprete relata con admiración el coraje de su padre y sus obsesiones, así como la pasión por el automovilismo que también le inculcó.

Le Mans es impresionante como registro técnico y también por las posibilidades del cine sin tener que recurrir a efectos especiales, y que hoy son comúnes por computadora. El filme de McQueen retrata un época en donde el automovilismo era más pasión y menos estrategia. Se trataba del momento en que hombre y máquina entraban en una especie de comunión, la que finalmente resiste cualquier tiempo, palabra o momento. El filme se estrenó con críticas dispares, si bien con los años se ha transformado en una obra de culto. También es el testimonio sobre cómo vivió Steve McQueen, y cuál era su visión acerca de la vida y su propio valor como artista. A pesar de su temperamento, su necesidad de control y sus faltas, todos quienes le conocieron se refieren con cariño y admiración hacia Steve McQueen, incluso su primera esposa. Y esto es lo interesante de su vida, una que contagiaba justamente pasión y sus propias reglas, sin preguntar a nadie.

El documental Steve McQueen: The Man & Le Mans muestra no sólo los pormenores de una película compleja, sino más bien se trata de una revelación sobre la personalidad de Steve McQueen, un hombre con excesos, faltas y motivaciones que a veces eran geniales y que en otras ocasiones simplemente nos acercan a un artista que también fue autodestructivo desde su propia originalidad. Lamentablemente, el actor falleció producto de un cáncer fulminante a los 50 años de vida en 1980.

A McQueen nunca le gustó el exceso de diálogos porque sabía que su presencia era suficiente en pantalla. También se dio el lujo de rechazar roles protagónicos en Encuentros Cercanos del Tercer Tipo y en Contacto en Francia. Sin embargo, todavía podemos ver sus notables roles en Papillon, The Getaway, Bullitt, The Sand Pebbles y en Junior Bonner, y también con mayor atención en Le Mans. Sin duda, fue un intérprete que se fue demasiado pronto y quizá fue un actor que iba muy rápido por la vida, como los autos de carerra que tanto le gustaba conducir.

Título: Steve McQueen: The Man & Le Mans / Directores: Gabriel Clarke y John McKenna / Año: 2015.