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Durante años la crítica especializada en cine ha despreciado o más bien basureado el subgénero Slasher, un movimiento fílmico estadounidense que tiene su origen en el clásico Psicosis de Alfred Hitchcock y Peeping Tom de Michael Powel, ambas obras de 1960. Este tipo de cine constantemente ha sido sinónimo de vulgaridad, falta de recursos, mal gusto, pésimas actuaciones, historias mundanas, poca rigurosidad y la escenificación truculenta y morbosa de asesinatos sin sentido, preferiblemente con chapuzones de sangre. Probablemente dichos adjetivos son ciertos, pero tampoco se puede negar el valor estético y el aporte a la cultura popular de decenas de buenos ejemplos de Slasher, movimiento audiovisual que también tiene sus raíces en su homólogo italiano conocido como el género Giallo, ese festín visual y creativo que lideraron cineastas como Mario Bava (“Bahía de Sangre”) y Dario Argento (“Profundo Rojo”, “Ténebre”) por medio de su célebre estilo operático.

El cine desde sus inicios se ha posicionado como una expresión artística que con mucha inventiva ha catalizado las pasiones humanas, pasando por sus miedos y frustraciones en diversos niveles, y es en ese ámbito en donde el Slasher ha fundamentado su justificación y, hasta cierto punto, redención. La masacre masiva de jóvenes pasados de hormonas (“Viernes 13”), venganzas de sujetos inadaptados (“Terror Train”, “My Bloody Valentine”, “The Prowler”) y la incorporación de asesinos seriales con toques surrealistas y fantásticos (“Pesadilla en la Calle Elm”) son algunos íconos visuales para generaciones de cinéfilos que ven en el Slasher no sólo impresionantes coreografías de actores que han cimentado su fama en el cine B, sino también a cineastas y técnicos en efectos especiales que se han dedicado en cuerpo y alma a la realización de películas que son sobresalientes por su ambientación y que también son entrañables por esfuerzo, inventiva e hilaridad.

El Slasher tuvo su gran empujón y auge con “Halloween” (1978), la obra que sustentó la fama y carrera de John Carpenter. Con pocos recursos, el autor de “Christine” creó uno de los primeros hitos del cine independiente cuyo ingenio fue el haber colocado a Michael Myers, una revisión de la figura del cuco (también conocido con el nombre de bogeyman), como una fuerza destructora que acechaba a sus víctimas a plena luz del día y en un aparente seguro suburbio gringo de grandes casas y extensos patios. Juntar a estrellas jóvenes y atractivas (Jamie Lee Curtis), leyendas del cine clásico en baja a nivel de popularidad (Donald Pleasence), un soundtrack de ensueño y muertes que suceden con precisión cronométrica se mimetizaron en una fórmula perfecta y de abultados dividendos que en más de una ocasión dio paso a exitosas franquicias. Sin embargo, Halloween también tuvo su referente, el cual no se puede obviar de este comentario y que debutó cuatro años antes: “Black Christmas” (1974, Bob Clark). Aquella sencilla historia filmada en Canadá sobre una fraternidad de mujeres acechadas por un lunático se posicionó como una pieza clave en el manejo del suspenso, y que hasta el día de hoy exhibe cierta elegancia que lamentablemente se perdió en el Slasher en masa de años posteriores.

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Otro fenómeno que explica la infinita legión de seguidores de este género está en que la mayoría de sus obras son clasificadas como películas de culto, ya sea por el impacto que produjeron al momento de su estreno, su difusión comercial por el boca a boca y la masificación del VHS, además de imágenes, sonidos y diálogos que en la actualidad son parte de la iconografía popular. Para ello, simplemente recordemos la máscara de hockey de Jason Voorhees y el susurro de la banda sonora de “Viernes 13”, la parsimonia y frialdad de Michael Myers en “Halloween”, la garra y el chaleco a rallas de Freddy Krueger en “Pesadilla en la Calle Elm”, la cabeza rodando en la pista de baile de “Noche de Graduación Sangrienta”, los asesinatos con sabor a gore en un supermercado en “Intruso” (quizá el último gran Slasher de los años 80´), un hombre con una sierra eléctrica bailando en una carretera (“La Masacre en Texas”), la cabeza del actor hitchkoneano Farley Granger estallando en pedazos en “The Prowler”, el traje y la picota del minero enmascarado de “My Bloody Valentine” y la masacre de jóvenes en una balsa por medio de una filosa tijera podadora en “The Burning”. Estos slashers continúan sorprendiendo y encantando a nuevas generaciones de cinéfilos y a pesar de sus falencias, también contienen profundas críticas sociales, desde el rechazo a la moralidad republicana de la era de Ronald Reagan, el desconocimiento y temor ante el sida, la obsesión por el físico, el exitismo exacerbado y la desconfianza vecinal, fenómeno que se acrecentó a partir del aumento de los niveles de criminalidad en la sociedad norteamericana de fines de los 70´.

El Slasher es un subproducto del género de terror que tiene vida propia y cierto encanto. Además, se puede percibir una clara ingenuidad en sus relatos, probablemente de una generación de espectadores que creció bajo el alero de miedos más profundos originados en la era atómica de la Guerra Fría. En la industria del cine existe un panteón sagrado de cineastas de la talla de Billy Wilder, Alfred Hitchcock, John Ford y Francois Truffaut por citar algunos nombres, pero también como espectadores tenemos que ser capaces de apreciar y recibir con satisfacción otras expresiones y movimientos fílmicos. Así, el Slasher desde su propio rincón se ha sustentado sobre una filmografía interesante y de grandes autores que tienen un sello particular y que suelen atrapar la atención del espectador. Usualmente los rodajes de este tipo de películas suelen ser muy divertidos y creativos, ya que detrás abunda el compromiso de personas que hoy son leyendas, entre ellas, el mítico Tom Savini a través de sus efectos visuales y habilidad en las técnicas de maquillaje.

Chile no ha estado ajeno a este movimiento. Hace pocos años se estrenó la incomprendida “Baby Shower” de Pablo Illanes, cinta que fue apreciada por algunos críticos y también denostada por otros. Independiente del resultado, lo interesante está en que en Chile hay cineastas que se atreven a rodar este tipo de películas, las que deben ser percibidas con otra mirada y visión al momento de contar historias en la gran pantalla.

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El Slasher tuvo su auge, decadencia y resurrección. Gracias a la saga “Scream” (Wes Craven) y la primera parte de “Saw” (James Wan) nuevas generaciones se sintieron motivas ante la posibilidad de explorar obras que respiran clichés que son una suerte de esencia de la cultura popular: si sientes un ruido en tu casa no te atrevas a mirar qué es, ya que nadie te garantiza que volverás; si hay alguien que repetidamente te llama por teléfono probablemente se trata de tu asesino; si eres virgen tendrás la capacidad para sobrevivir cualquier masacre; nunca hagas un broma que pudiese traumatizar a un joven inseguro porque seguramente retornará años después con una furiosa sed de venganza; y nunca te acerques con tu familia a un pueblo abandonado, cuyos extraños habitantes seguramente te torturarán y te drenarán hasta la última gota de sangre.

El Slasher actualmente experimenta una etapa de gran vigor a partir de remakes de las cintas precursoras de este incansable movimiento fílmico. Sin embargo, la clave está en revisar y explorar sus obras, siempre dispuesto a ser asustados e impresionados por sugerentes escenas que no son otra cosa que nuestros propios pensamientos más perversos. Sus obras merecen un espacio de atención sin que deban ser tomadas demasiado en serio. Este es un género que es amado y seguido por millones de incondicionales cinéfilos en el mundo, lo que también es parte de la fascinante historia del cine.

Películas clave: Psicosis, Peeping Tom, Black Christmas, La Masacre en Texas, Halloween, Fiesta de Graduación, Terror Train, The Prowler, My Bloody Valentine, The Burning, The Funhouse, Viernes 13, Cumpleaños Mortal, Pesadilla en la Calle Elm, Intruder, Saw y la saga Scream.

Psicópatas clave: Jason Voorhees, Freddy Krueger, Cropsy, Michael Myers, Leatherface, Jigsaw y Ghostface.

Para conocer más sobre el género: “Going To Pieces, la caída y auge de las películas Slasher”, documental de la productora Starz Entertainment.

Lugar clave para documentarse sobre filmes Slasher: Persa Bío-Bío (en formatos BR y DVD).