foto_1_principal

En más de una década Alex Gibney se ha posicionado como el documentalista destinado a exponer y desmitificar ídolos deportivos, genios de la informática, credos contemporáneos y lobistas americanos. En 2005 debutó con Enron: The Smartest Guys in the Room (1), obra que mostró el auge y caída de una de las corporaciones más poderosas de Estados Unidos, la que durante años se sustentó en una estructura abusiva y ajena a cualquier tipo de moralidad empresarial. Desde entonces, el cineasta ha desarrollado una filmografía que privilegia el testimonio de entrevistados y la utilización de material de archivo, siempre manteniendo un estilo narrativo que se mueve en lo informativo y en la revelación de hechos sorpresivos para el espectador.

Los trabajos de Gibney suelen penetrar en la psiquis de una sociedad estadounidense usualmente crédula y que está dispuesta a admirar diferentes tipos de personalidades, tanto del ámbito público como de los negocios. Sus últimas obras dan cuenta de ello, pero desde la falacia detrás de dos dimensiones: la personal y la colectiva. En Going Clear: Scientology and the Prison of Belief, Gibney expone las mentiras de la Cienciología, uno de los cultos más secretos y polémicos a nivel mundial. Se trata de una obra que muestra las distintas capas de una seudo religión que se ampara en la manipulación y en el engaño sistematizado. Con hechos indisputables, Gibney expone la verdadera figura de Ron L. Hubbard, quien pasó de ser un mediocre escritor de novelas de ciencia ficción al creador de un culto que cada día suma nuevos adeptos, incluso en países como Chile (2).

foto_4

En otro ámbito más personal está situada La Mentira de Armstrong, filme que se centra en la figura del ciclista norteamericano Lance Armstrong, quien desde 1999 se convirtió en uno de los deportistas más relevantes de las últimas décadas al obtener siete triunfos en el Tour de Francia, máxima prueba del ciclismo internacional. Gibney escudriña en la historia de un hombre que superó el cáncer y que en base a la mentira y la negación se transformó en un ícono deportivo mundial.

En ambos trabajos se puede apreciar la modalidad interactiva acuñada por el teórico e historiador de cine Bill Nichols. Gibney asume el rol de investigador, además de involucrarse en el discurso de cada obra. El autor de Steve Jobs: El Hombre en la Máquina suele interpelar al entrevistado fuera de cámara, a la vez que comparte determinadas percepciones. Su presencia es recurrente e interactiva al narrar hechos en torno a los temas que expone en imágenes. A lo anterior se suma la realización de entrevistas que privilegian el pseudomonólogo, si bien es recurrente la interrupción del director con algunos comentarios y preguntas a sus interlocutores. Este resultado se produce con mayor énfasis en La Mentira de Armstrong, cuyos valores narrativos son bastante claros y reiterativos en un protagonista que se muestra como un individuo honesto en contraposición a pruebas y testimonios que lo delatan como un mentiroso arrogante y compulsivo. Armstrong es el hombre inocente en relación a acusaciones de dopaje o bien se trata de un deportista que es culpable y cómplice de prácticas antideportivas de una disciplina que carece de fiscalización y en la que priman criterios comerciales.

foto_2En la mayoría de sus obras, Gibney suele establecer el conflicto narrativo en las primeras escenas al contraponer dos puntos de vista. En Going Clear (…) el valor narrativo se sustenta en si la Cienciología es realmente una religión o un negocio encubierto. Con gran detalle especifica los diversos credos y principios que impuso Hubbard con la dianética, texto que asegura que todas las enfermedades mentales se pueden tratar por medio de un proceso denominado auditación, en donde un “auditor” plantea preguntas al entrevistado sobre su vida y sus recuerdos, todo apoyado por un aparato que supuestamente mide estos denominados “engramas”, palabra que hace referencia a la descarga de estas percepciones y preocupaciones del sujeto tratado.

Gibney cuestiona los procesos y exigencias de la Cienciología, los que también contrapone con otro punto de vista que se relaciona con la estructura y dirección de este credo. Aquí el gran protagonista son los testimonios de ex feligreses, y no de uno, sino de varios y que provienen de ex líderes, y también de cineastas como Paul Haggis (Crash) y la permanente red de apoyo de este culto en actores como John Travolta y Tom Cruise en calidad de principales voceros. Las revelaciones de los documentales de Gibney usualmente se amparan en imágenes y en situaciones absurdas que provocan la incredulidad inicial en los espectadores. Sin embargo, corresponden a momentos reales de personas y movimientos colectivos que terminan transformándose en víctimas de sus absurdas creencias y formas de vida. Es así que Gibney encuentra en el terreno del ego y en el abuso de poder algunas de las justificaciones argumentativas de su filmografía.

En la obra de Gibney se puede apreciar cierto humor e ironía en sus imágenes. En Going Clear (…) exhibe los encuentros anuales de la Cienciología en eventos que evocan pasajes de la Alemania nazi de Hitler. Es interesante ver como el director muestra a una legión de personas extraviadas a nivel afectivo por diversas razones, las que finalmente han permitido el financiamiento de un culto de más de 3.000 millones dólares y que por su calidad de “religión” ha evitado el pago de millonarios impuestos. En un pasaje se muestra la pugna que hubo entre el líder actual de este clan -Dave Miscavige- y el Servicio de Impuestos Internos de Estados Unidos (IRS), cuyo resultado demostró el alcance y poder de persuasión de la Cienciología, uno que continúa invirtiendo en propiedades y en la apertura de nuevas oficinas en todo el mundo.

Gibney no busca polemizar, sino mostrar lo que usualmente no está a la vista del público en general. Conforma diversos elementos de un puzle que adquiere ribetes de ficción y escepticismo en el espectador. Sus imágenes hablan por sí solas, ya que son situaciones inauditas y hasta cierto punto inverosímiles, pero que finalmente son ciertas. En Gibney no hay espacio para el pudor, ya que sus documentales recurren a materiales de archivo que refuerzan las inusuales revelaciones de sus entrevistados.

En La Mentira de Armstrong la suspicacia procede del propio Armstrong, de su arrogancia y competitividad. En esta película el rol de Gibney es mayor en protagonismo, ya que también pasa a conformar la larga lista de personas que han sido engañadas y utilizadas por el deportista. En 2009 el director se interesó por documentar el retorno de Lance Armstrong al Tour de Francia, hecho que se transformó en un evento mediático de proporciones globales en medio de acusaciones relacionadas a dopaje y la práctica de acciones antideportivas. En una primera instancia, Gibney percibió que su trabajo tenía demasiado potencial, sobre todo al estar protagonizado por un hombre que logró desmitificar a sus detractores, a la vez que era un portavoz respetado cuando se refería a la lucha contra el cáncer. Sin embargo, el documental tomó su propio rumbo al mostrar a un Armstrong acorralado y que finalmente en una célebre entrevista con Oprah Winfrey admite su culpabilidad.

foto_3

En La Mentira de Armstrong los acontecimientos determinan su estructura. Incluso, Gibney reconoce en algunos pasajes del filme su admiración como fanático del Armstrong ciclista, si bien termina siendo engañado por la dualidad de dicho personaje. Concluye finalmente que su protagonista es la simbiosis de un deportista y mentiroso compulsivo dispuesto a ganar en todos los ámbitos de su vida. Dicha connotación también se aprecia en el montaje utilizado en el documental, el cual alterna los vertiginosos entrenamientos y pruebas de Armstrong con los testimonios de cercanos y detractores. Lo anterior transmite cierta sensación de agonía y expectación, además de situar en el espectador la permanente duda sobre los méritos del ciclista.

Gibney es consciente que tiene a espectadores que reconocen en Armstrong el liderazgo de un deportista de primer nivel, mientras que en Going Clear (…) utiliza un material en donde predomina el paradigma social en torno a una creencia extraña y cuyo principal embajador es el egocentrismo de Tom Cruise. Son documentales que comienzan con paradigmas que tienen que ser contrastados a partir de evidencias y argumentos sólidos. Es así que en dichas obras el material de archivo desempeña un rol esencial. Presenciar a los líderes de la Cienciología vestidos con uniformes parecidos a los que se utilizan en la Armada de Estados Unidos es un hecho real y conciso, a la vez que absurdo y exagerado. También sucede un efecto similar al ver en pantalla entrevistas de Armstrong negando diversas acusaciones y enfrentando cuestionamientos de los medios de prensa, si bien es aún más real el quiebre que se produce con el ciclista admitiendo una mentira que se prolongó a lo largo de toda su carrera.

Los puntos de vista de Gibney son claros y evidentes. Estos se centran en desmitificar y exponer, en mostrar la verdad que hay detrás de personajes y eventos sociales que no siempre son cuestionados, y que también son aceptados sin vacilaciones por una parte de la población y de los espectadores (y que de alguna manera en su calidad de director también prefirió ignorar en La Mentira (…)). Gibney no es un cineasta que busca el ataque confrontacional (como Michael Moore), sino más bien un realizador que expone evidencias concretas que a veces son ignoradas o desestimadas en diversos contextos. También se trata de un director interesado en acercarse a la realidad detrás de temas y personas en espacios de poder que no necesariamente son visibles en el ámbito público. A través de su productora -Jigsaw Productions- el realizador demuestra que sus obras se sustentan en una lograda labor de investigación a cargo de un equipo de periodistas, redactores y guionistas. Tanto en Going Clear (…) como en La Mentira de Armstrong es posible apreciar material de archivo que no siempre está disponible para el público en general, y que se alterna con testimonios en donde los hechos se anteponen a la emocionalidad.

foto_5

A través de su obra Alex Gibney nos advierte sobre la ingenuidad del hombre y de una sociedad que usualmente se perpetúa sobre paradigmas e ideas preconcebidas en torno a celebridades y diversas creencias. Como documentalista muestra la extensa escala de grises que predomina entre el color blanco y negro, y en donde nadie es indemne a caídas y extravíos morales en calidad de autor o de cómplice.

(1) El filme de Enron no sólo posicionó a Gibney como un realizador competente, sino también es una obra que usualmente se utiliza como referente en estudios de management. Lo anterior, para ilustrar errores vinculados a las comunicaciones corporativas de empresas y en el trabajo con vocerías.

(2) El cantante Alberto Plaza es el principal seguidor de la cienciología en Chile, quien suele asegurar que esta religión representa un camino seguro hacia la felicidad (comentario en entrevista de programa Mentiras Verdaderas de La Red, en mayo de 2015).

BIBLIOGRAFÍA

  • Nichols, Bill. La Representación de la Realidad. Paidós
  • Breschand, Jean. El Documental, La Otra Cara del Cine. Paidós.
  • Kachka, Boris. How Alex Gibney Is Reinventing Documentary. Artículo publicado en New York Magazine. 2016.