Para muchos William L. Petersen es el eterno Gil Grissom de CSI Las Vegas, serie que redefinió el ámbito de los investigadores forenses en televisión. Sin embargo, Petersen tiene otros importantes créditos en cine, siendo los más relevantes el protagónico en Vivir y Morir en L.A. de William Friedkin (leer comentario) y el de Manhunter (Cazador de Hombres) de Michael Mann. En esta última película enfrentó a la primera interpretación de Hannibal Lecter en cine a cargo del actor escocés Brian Cox.

Manhunter se estrenó mucho antes que El Silencio de los Inocentes, filme de Jonathan Demme que se caracterizó por un tratamiento más clásico y el rol de Anthony Hopkins en la piel del psiquiatra caníbal. En cambio, la visión de Michael Mann, que se basa en la novela Dragón Rojo de Thomas Harris, toma a Lecter como un antecedente narrativo de importancia, si bien no es el centro de la historia. Manhunter es la mente de Will Graham (petersen), un investigador forense traumatizado por Lecter que decide volver a trabajar para poder detener a un nuevo asesino en serie.

En Fuego contra Fuego y en El Informante, Mann incluyó sus acostumbrados tópicos sobre la obsesión y la metodología de hombres usualmente esclavizados por su trabajo. En Manhunter lo que interesa es la aproximación de un ex detective que suele proyectarse en la mente de psicópatas, todo para poder comprenderlos y detenerlos. Las primeras escenas del filme son bastante cruentas a partir de la insinuación. Mann desarrolla un filme sobre la mente. Hay escenas de crímenes y violencia, pero Mann en forma muy astuta muestra el día a día, las trivialidades en video, de familias que fueron asesinadas. El espectador pasa a ser una extensión del protagonista. Lo que éste se imagina y relata se construye en la mente de quienes ven el filme.

Otro valor innegable de Manhunter es su estética ochentera, pero también muy contemporánea. La fotografía de Dante Spinotti exacerba cierta sensación de frialdad durante la noche con colores fríos y en los espacios de trabajo prima el color blanco, cuyo significado se asocia a la reconstitución de los crímenes de parte de los detectives. A ello se suma la utilización de sintetizadores y el uso de neones de otras de las creaciones de Mann como Miami Vice.

Gracias a la contenida interpretación de Petersen, Manhunter también es una obra sobre la soledad. En este caso, de un hombre que debe lidiar con el horror, con las peores bajezas del ser humano, a la vez que debe ocultar esta realidad a su familia. Mann muestra en imágenes las luces y sombras del alma, mostrando el último atisbo de humanidad del psicópata Francis Dollarhyde (Tom Noonan).

Manhunter en escala visual es una obra de dimensiones medianas, si bien es épica en el conflicto interno de un hombre obsesionado por detener el mal en todas sus formas y que para ello debe dejar de lado a su familia. Este fue uno de los primeros filmes que me hizo tomar consciencia de la maldad en su concepción más profunda, además de enseñarme un importante ejercicio que corresponde a ponerse en la mente de otras personas, de sus motivaciones, para poder entenderlas. Michael Mann desarrolló un filme fascinante, con la utilización de encuadres que tienen directa relación entre los personajes y los espacios en los que se mueven. Estamos ante uno de los filmes más subvalorados de la década del 80`, el cual transmite más significados de los que se ve en apariencia, además de ser una influencia indiscutida para series como la citada CSI y todos sus derivados, Profiler y el Frank Black de Millennium (leer comentario). Atención especial con el score compuesto por The Reds y Michel Rubini.

Título original: Manhunter (Cazador de Hombres) / Director: Michael Mann / Intérpretes: William L. Petersen, Kim Greist, Joan Allen, Brian Cox, Dennis Farina, Tom Noonan y Stephen Lang / Año: 1986.