Laine Hanson (Joan Allen) es Senadora, además de esposa y madre de más de 40 años que ha dado su vida por la política y el servicio público. También es una persona incansable, comprometida con diversas causas y que conoce muy bien los juegos de poder de la política estadounidense, sobre todo, la que es parte del ADN de la ciudad de Washington D.C. En resumen, es un ejemplo de rectitud y, por ende, la selección natural del Presidente Jackson Evans (Jeff Bridges) para el cargo de Vicepresidente. Sin embargo, el hombre más poderoso del mundo no se conduce sólo, lo que significa que Hanson deberá pasar por la aprobación de distintos comités y hombres, siendo Shelly Runyon (Gary Oldman) el que más tiene dudas sobre la idoneidad de esta mujer para un cargo usualmente destinado al género masculino. Independiente de la experiencia política de Hanson, ésta deberá enfrentar lo impensado en torno a algunas acusaciones sobre su forma de ser, sobre lo que hizo o no hizo en el pasado y, finalmente, tendrá que encarar la inquietud y miedo ante la idea de poner a una mujer en el segundo cargo más importante de la nación.

The Contender clasifica en aquellas películas en donde prima la dirección de actores y conversaciones filudas, es decir, inteligentes y complejas sobre el poder y sus diversas circunstancias. El cineasta Rod Lurie comenzó su carrera como periodista y también como crítico de cine. Sus incursiones como realizador han sido muy variadas y entre sus películas es difícil encontrar el sello de autor cinematográfico. Aún así, en sus obras predominan ciertos elementos en común, siendo algunos de ellos el cuestionamiento de las pugnas de poder de la política, la manipulación de los medios de prensa y ciertas dudas sobre la idoneidad moral de hombres y mujeres que suelen ostentar cargos públicos o que implican responsabilidades hacia terceros. El cine de Lurie tiene algo de panfletario también, ya que conceptos como el patriotismo, los valores de la sociedad civil y pública de Estados Unidos son recurrentes. A pesar de ciertos excesos narrativos, algunos de los mejores trabajos de Lurie como director de cine son Deterrence, The Last Castle y la película que comento en esta crítica. Se podría decir que The Contender es su obra más completa, la que está repleta de subtextos sobre el manejo del poder desde la Casa Blanca y sobre una moralidad que nunca es tan blanca ni tan negra. The Contender muestra la escala de grises de parte de personas que creen que están haciendo las cosas bien, a la vez que comprenden que en determinadas situaciones es importante ceder y en otras resistirse.

A Laine Hanson se le acusa de un hecho que pudo o no haber cometido en su juventud. En algún punto de la historia aclara su responsabilidad, pero aquel dato es lo menos que importa. Hanson es una mujer que defiende su privacidad, sus principios en medio de un ecosistema política que no respeta nada y menos a alguien. Sus conversaciones con Shelly Runyon parecen grandes batallas verbales entre un David y Goliat de la arena política de Washington. Hanson resiste presiones y humillaciones públicas y privadas, incluso improperios y gritos de sus colegas, y en ello tiene que ver el hecho de que es una mujer en un terreno casi exclusivo para hombres. Es así que The Contender parece una película adelantada a su época, ya que abordó temáticas relacionadas con la equidad de género y la apertura ante nuevos espacios de participación para las mujeres. En Hanson hay algo del espíritu de Jane Fonda en los años 70 y de películas como Norma Rae de Martin Ritt. También está presente la sátira y denuncia social de la filmografía de Sidney Lumet y una que otra declaración de buenos principios que recuerda la obra de Stanley Kramer (On The Beach).

Desde el plano formal, The Contender es un festín de notables escenas entre buenos actores. En ocasiones parece que estuviésemos como espectadores ante una obra de teatro que transcurre entre pasillos, oficinas y salas de audiencias (imposible resistirse a la fluidez visual en un plano secuencia entre Gary Oldman y Christian Slater). El Salón Oval, espacio vilipendiado y venerado en el cine de Estados Unidos, es donde se negocian los acuerdos y la política. Se transan decisiones, se hieren y destruyen egos, se fabrican líderes y se escribe la historia. Tenemos tanto a idealistas como oportunistas, y todos tienen en común los deseos de querer trascender para finalmente ver algún cuadro de sí mismos colgados en la pared de la Casa Blanca.

The Contender es un filme que te atrapa por sus diálogos, por las miradas, acciones y omisiones de sus intérpretes. Es la acción detrás de una verborrea inteligente que termina enseñándote lecciones sobre la política y sus códigos. En su historia nada es lo que parece porque hasta sus héroes se convierten en ángeles caídos. En toda esta fauna sólo algo es real e intransable: los principios y la privacidad de Laine Hanson. Estamos ante una película que es muy atingente a los temas de equidad de género que se discuten hoy, la que además aborda el aporte de la mujer en la política y las artimañas del poder, independiente de su procedencia. Aplausos para sus intérpretes y para el descollante trabajo realizado por Gary Oldman, Jeff Bridges (nominado al Oscar como Mejor Actor Secundario) y de la espectacular Joan Allen (nominada a Mejor Actriz), cuyo personaje puede enfrentarse a un batallón de testosterona o bien tragarse el orgullo con lágrimas en los ojos ante el Presidente de Estados Unidos.

Título original: The Contender (también conocida como La Conspiración o Candidata al Poder) / Director: Rod Lurie / Intérpretes: Joan Allen, Gary Oldman, Jeff Bridges, Christian Slater, Sam Elliott, William Petersen, Saul Rubinek, Philip Baker Hall, Mike Bender, Robin Thomas, Mariel Hemingway, Kathryn Morris y Kristen Shaw / Año: 2000.