Rojo Oscuro de Dario Argento es el referente indiscutido del Giallo italiano, subgénero de terror que en la década del 70´ tuvo gran éxito en Europa y cuyo principal precursor fue el cineasta Mario Bava[1]. Violencia excesiva, una estética con claras referencias al teatro y la ópera, la aplicación de efectismos sonoros y, por lo general, la utilización de argumentos triviales son algunas de sus principales características. En Rojo Oscuro el espectador es conducido hacia un relato que se sustenta en un ambiente surrealista en donde predominan referencias a la exploración voyerista de la obra de Alfred Hitchcock, y en donde también predomina como sustento el cine gore entendido como la máxima expresión de violencia gráfica.

El argumento de Rojo Oscuro se centra en la obsesión de un pianista -interpretado por David Hemmings- que busca aclarar la identidad de un asesino, luego de haber presenciado uno de sus crímenes. El protagónico de Hemmings no es accidental, ya que en cierta medida repite el rol de Blow-Up, filme de Michelangelo Antonioni en el cual interpretó a un obsesivo fotógrafo que descubre una realidad paralela y sombría en la forma de un asesinato. El homenaje fílmico hacia la obra de Antonioni es evidente como lo es también los guiños a Psicosis de Hitchcock. Sin embargo, Dario Argento va un poco más lejos en su propuesta audiovisual, ya que manipula y promueve en el espectador el deseo de presenciar cierta obscenidad y barroquismo visual en la forma de crímenes, cuyas escenas son meticulosamente planificadas. Estamos ante una puesta en escena artificial, impresionista y en ocasiones burda, pero cuya efectividad no sólo se ampara en el suspenso, sino principalmente en la efectividad y en la sorpresa, a través del uso de planos cerrados con especial énfasis en los detalles. La Cámara de Argento literalmente nos sitúa como espectadores en los rostros y ojos de las víctimas, amplificando así la letalidad de armas blancas y de otros objetos.

La percepción de una narración trivial en el filme de Argento no es tal. Al contrario, ya que se trata de un tipo de cine también reflexivo en el cual se visualizan referencias al pintor estadounidense Edward Hopper, específicamente a su obra clásica Trasnochadores. Hopper retrató en imágenes la modernidad de las ciudades de EE.UU. a través de obras en las cuales se puede apreciar una “yuxtaposición de colores vivos y por una iluminación cruda y teatral”[2]. Una de las primeras escenas de Rojo Oscuro sitúa al protagonista en un ambiente urbano monocromático, en el cual destaca un bar de grandes ventanales. En Trasnochadores, Hopper trató de capturar el ambiente de soledad que es parte de las grandes metrópolis en determinadas horas. En Profundo Rojo también se puede apreciar un sentido del despoblamiento, además de la sensación de inseguridad y acecho de una fuerza casi sobrenatural y perversa.

La pintura de Hopper se revitaliza en el filme de Argento y adquiere un significado sombrío para el espectador. De este modo, la soledad de la ciudad moderna también es el terreno en el cual se prevalecen fuerzas maliciosas. Lo anterior, sin control, sin castigo y con absoluta impunidad. A ello se suma referencias a la literatura gótica del escritor Edgar Allan Poe[3], principalmente en la utilización de ambientes que evocan sueños y pesadillas. Rojo Oscuro contiene una multiplicidad de significados que son parte de un ambiente ajeno a la realidad. Es una propuesta estética artificial y recargada.

La fascinación que produce Rojo Oscuro en el espectador es un resultado muy propio de la filmografía de Argento. La violencia de sus imágenes suelen ser perturbadoras, pero también sobrecogen por su belleza. Hemmings observa el crimen con detenimiento y se obsesiona con la búsqueda de su autor, si bien dicho sentimiento es mucho más intenso en el público. Se produce el fenómeno de la escopofilia, ya que el espectador visualiza sus deseos, correctos o equívocos, en los personajes. Nos sentimos identificados con la curiosidad del protagonista e, incluso, perturbados y seducidos por la coreografía de crímenes un poco inverosímiles, pero también adictivos. En Rojo Oscuro y en la obra de Argento nos transformamos en voyeristas obsesivos y fantasiosos que tratamos de prever la complejidad artificial de cruentos crímenes, a la vez que observamos el mundo privado e insano de un homicida con determinada expectación. Pareciera ser que el protagonista se lamenta de cada nuevo crimen, pero también prevalece en su mente un espacio para el morbo, sentimiento que también se traspasa al espectador.

En Rojo Oscuro predomina una connotación sexual que es aún más latente en la coprotagonista del filme. Daria Nicolodi interpreta a una periodista que busca la noticia y la identidad del asesino, cuya aparente rigidez sexual es puesta a prueba por la obsesión detectivesca del protagonista. La búsqueda es parte de su esencia, característica heredada y presente en los cuentos de Edgar Allan Poe). Sin embargo, en el filme no hay lugar para el romance, a la vez que predomina la represión sexual, en particular en la homosexualidad solapada de Carlo, amigo del protagonista que reniega en el alcohol un episodio traumático de su infancia. En los filmes de Argento el pasado familiar y adolescente suele ser la génesis de los extravíos psicológicos de los antagonistas.

La teórica de cine Laura Mulvey concluyó que el cine de Hitchcock se sustenta, en gran medida, en la fascinación ante una imagen a través del erotismo escopofílico, en donde el espectador experimenta las mismas contradicciones y tensiones del protagonista. En Rojo Oscuro sucede lo mismo, si bien eleva a otro nivel la amoralidad. Las escenas de crímenes son excesivas. El asesino se toma su tiempo y somete a las víctimas, y también la mirada del espectador, a su voluntad. La mirada del protagonista es sólo para el asesino de aquella atractiva vidente al inicio del filme, cuya mutilación es la verdad que se busca dilucidar. En Rojo Oscuro la mujer suele ser una figura decorativa, si bien se revela su trascendencia como una figura vengativa. El asesino/asesina es la madre de Carlo, una vieja gloria del cine y del teatro que en su momento fue despojada de su talento (referencia directa a la película Sunset Boulevard de Billy Wilder[4]). Argento muestra con especial atención a mujeres que son escarmentadas en forma brutal, a la vez que la aplicación del castigo también proviene de dicho género. Es una ironía latente que también se puede constatar en la vidente despojada de su talento en las primeras escenas del filme.

Rojo Oscuro es una obra de culto por su vigencia, tratamiento, estética y por la utilización de recursos técnicos que también se originan en el estilo visual de Sergio Leone[5]. En el filme el plano sonoro es un personaje en sí mismo, ya que proporciona a la acción una identidad propia. Es la voz del asesino/asesina, sus recuerdos y traumas (la reiteración de la canción de cuna para citar un ejemplo). Esto se debe al trabajo de la banda de rock progresivo italiana Goblin, principalmente en la ejecución de sintetizadores a manos del tecladista Claudio Simonetti. Tanto en Rojo Oscuro como en otras obras de Argento -Suspiria, Infierno y Phenomena como obras más logradas- se aprecia una sensación fatalista y de soledad en los ambientes, pero también alarmista producto de un plano sonoro a veces desmedido y caótico.

Argento en sus filmes dota a la maldad o fuerza antagónica de una cualidad omnipresente, ya sea en espacios públicos y privados. La subjetividad del plano, en la mirada del asesino/a, recorre los espacios poniendo los ojos del espectador sobre los suyos. Observamos su timidez, su percepción de la realidad, pero también su consciencia trastocada. Es el panóptico de Foucault que acecha nuestra individualidad por medio de una fuerza destructiva. Argento muestra su presencia de manera dosificada, en particular en aquellos escenarios en donde transitan las víctimas. Elementos psicoanalíticos también se perciben en dichas situaciones, cuando se muestra el ojo enrojecido del asesino y su mirada hacia aquellos artefactos, como si se tratase de piezas de un puzzle, y que son parte del pasado (muñeca, cuchillos, grabadora), y que finalmente simboliza el trauma y los impulsos insanos del homicida. Finalmente, el sujeto detrás de aquel ojo es quien ejerce el castigo en la corporeidad de sus víctimas.

En Rojo Oscuro desempeña un rol clave el uso del color, sobre todo los tonos rojizos. En las primeras escenas del filme visualizamos a una médium en un escenario teatral poblado de cortinas y asientos de color rojo, característica que anticipa el destino trágico de la psíquica. Argento suele utilizar en sus obras el color rojo como un símbolo visceral que rememora la sangre, y también la ira solapada del asesino/a. Un referente cercano a esta forma de aproximarse al uso del color también se encuentra en obras como El Mirón de Michael Powell. Dicha película, junto a Psicosis, fue clave en el año 1960 para los primeros pasos del subgénero slasher en EE.UU., y una evidente inspiración para el estilo Gallio de Bava y de Argento.

El legado de Rojo Oscuro es indiscutido a nivel visual y en la formación de otros cineastas como John Carpenter (La Niebla, 1979), George Romero (Creepshow, 1982) y Tobe Hooper (Poltergeist). Con los años, el filme de Argento se ha posicionado como una obra de culto por su propuesta audiovisual innovadora, sobre todo para el género de terror, el cual usualmente es denostado por críticos y en festivales de cine. Este fenómeno persiste hoy en día, pero se han producido cambios importantes, siendo uno de ellos la obtención del premio Oscar a Mejor Película para El Silencio de los Inocentes de Jonathan Demme en 1991. Pocos repararon que aquel filme fue un genuino exponente del terror, cuyo paralelismo con la obra de Argento subyace en un estilo también operático en algunas de sus escenas.

Sin duda, la percepción de los filmes de Argento radica en su puesta en escena teatral, en aquellos momentos de surrealismo bajo el prisma de momentos rebosantes de color y sonido, haciendo de su cine una experiencia sensorial, a veces incómoda e incomprendida, pero también adictiva. El crítico estadounidense David Thomson categoriza a las películas como aquellas que son inolvidables por sus escenas o por su narratología y tratamiento como un todo. El Rojo Oscuro de Argento, sin duda, pertenece a esta segunda clasificación. Como espectadores no recordamos sus escenas en particular, sino el cuadro completo, es decir, una historia que sobresale por la estética de sus imágenes y por la incomodidad que éstas provocan en el espectador.

[1] Cineasta italiano precursor del subgénero Giallo con el filme La Muchacha que Sabía Demasiado (1962). También director de La Máscara del Demonio (1960) y de Black Sabbath (1963). 

[2] Cita del crítico de arte Rolf Renner en publicación Hopper de editorial Taschen.

[3] Escritor estadounidense reconocido a nivel mundial por su estilo gótico en el desarrollo de cuentos de terror, entre ellos, La Caída de la Casa Usher (1839) y El Pozo y el Péndulo (1842).

[4] Obra clásica del cine negro americano. En el filme una vieja estrella del cine mudo (Gloria Swanson) se trastorna y asesina a su amante, un guionista interpretado por William Holden.

[5] Cineasta italiano precursor del subgénero Spaguetti Western y director de la denominada trilogía del dólar protagonizada por Clint Eastwood. Dario Argento fue guionista de su principal obra (Érase una Vez en el Oeste, 1968).

BIBLIOGRAFÍA

  • Mulvey, Laura. “Placer Visual y Cine Narrativo”. 1975.
  • Berger, John. “Modos de Ver”. 1972.
  • Foucalt, Michel. “El Panoptismo”. 2001
  • Aumont, Jacques. “Estética del Cine”. Paidos, 2005.
  • Renner, Rolf G. “Hopper”. Taschen, 2015.
  • Carmona, Luis Miguel. “Música & Cine. Las Grandes Colaboraciones entre Director y Compositor”. T&B Editores, 2012
  • Thomson, David. “Moments That Made The Movies”. Thames & Hudson, 2013

FILMOGRAFÍA   

  • El Mirón (Peeping Tom), Michael Powel, 1960
  • Suspiria, Dario Argento, 1977
  • Infierno, Dario Argento, 1980
  • Phenomena, Dario Argento, 1985
  • Psicosis, Alfred Hitchcock, 1960
  • Going to Pieces: The Rise and Fall of the Slasher Film, Jeff McQueen, 2006