La filmografía de Oliver Stone es una visión de la contracultura y la historia estadounidense de los últimos 60 años. Su cine es política, paranoia y la pérdida de la inocencia de una generación traumada por la Guerra de Vietnam, desconfiada del poder político de Washington, adicta al dinero y las drogas, y también repleta de violencia. El corazón de Stone es la de un artista orgulloso de ser estadounidense, pero también la de un hombre avergonzado de los secretos y del establishment de su nación. Al director de JFK se le ama o se le odia. Su cine siempre ha estado en una zona ambivalente, entre el amor y desprecio de críticos, el público y la propia industria cinematográfica.

Los trabajos en cine de Oliver Stone nunca pasar desapercibidos. Hay obras magnánimas sobre el derrumbe moral de la política estadounidense (Nixon), la morbosidad de los medios de prensa (Asesinos por Naturaleza) y hasta el exitismo en el deporte a través del fútbol americano (Un Domingo Cualquiera). Pero también hay pequeñas joyas, extrañas, atípicas y de corazón independiente. En Espectador Errante abordamos los inicios de Stone en La Mano, una película del género de horror repleta de simbolismos. En otra línea, analizamos Talk Radio, vibrante relato sobre el desencanto de un conductor de radio hacia la hipocresía estadounidense, de la cual también es parte.

En esta oportunidad hablaremos de U-Turn, filme que podría catalogarse de un neo noir con toques de western. El protagonista es Bobby Cooper (Sean Penn), un perdedor de poca monta al que le falla su auto. Dicho suceso lo conducirá a un pueblo casi olvidado en medio del desierto de Arizona en donde conocerá a un variopinto grupo de personajes, es decir, hombres y mujeres que le hacen justicia a la frase “Pueblo Chico, Infierno Grande”. Stone se deleita mostrándonos las mentiras, culpas y excentricidades de un pequeño hábitat, cuyas bajezas morales se vinculan con el sexo, la ambición, el deseo y el dinero. Copper es un perdedor, pero también es un antihéroe que simplemente busca sobrevivir en medio del abrasivo color del Estados Unidos más profundo.

Oliver Stone quedó muy agotado de la producción de Nixon, una película casi shakespereana por esencia, repleta de locaciones y de mucho diálogo. U-Turn resultó ser la oportunidad para rodar con mayor libertad y con un menor presupuesto (18 millones de dólares contra los 50 que costó Nixon). En entrevistas, Stone señaló que después de la experiencia de Nixon se sentía muy defraudado por la poca atención que produjo su filme. Es así que U-Turn contiene una visión nihilista de la que el director de Wall Street dijo sentirse cómodo. En sus propias palabras señaló que estaba entusiasmado por rodar un filme sin ningún tipo de esperanza.

Los comentarios de Stone son totalmente atingentes a su obra. Esto porque en U-Turn todos son de alguna forma perdedores. Cuesta empatizar con sus motivaciones, salvo por un protagonista que realmente está experimentando un día infernal. Bobby Cooper carga consigo una advertencia física en relación a su futuro. En una sucesión de malas decisiones, este antihéroe simplemente está contando las horas para enfrentarse a su propio abismo. Resulta fascinante esta experiencia, lo que se acentúa al ver el rostro de Sean Penn, actor de El Método y con un reconocido mal carácter. Probablemente, un resabio de aquellos protagonistas sufridos, existenciales, violentos y frágiles de la etapa de juventud de un Marlon Brando y de James Dean. Penn desborda carisma, a la vez que interpreta a un sujeto poco carismático del cual como espectadores sentimos lástima. Frente a él está la sensualidad de Jennifer López y la versatilidad de un siempre notable Nick Nolte. Completan este panorama las extravagancias de Joaquin Phoenix, Claire Danes y, en especial, de Billy Bob Thornton.

U-Turn contiene los códigos del cine negro, con mujeres fatales, traiciones y muchos secretos, pero bajo un sol inclemente. En vez de luces y sombras, los diferentes colores y recursos audiovisuales de Stone van retratando la historia de un pueblo que se sustenta en sus particulares relaciones. Intuimos desde el principio la falta de suerte de Bobby Cooper, quien apenas subsiste en un universo integrado por un traje negro, una camisa azul y un Ford Mustang descapotable de color rojo. Es un pasajero que por azar termina entrando a las puertas de un infierno que él mismo forjó a partir de sus ambiciones. Sin duda, Oliver Stone es un consagrado director de actores y quizá lo más valioso de U-Turn sea su falta de pretensiones. No busca ser una epopeya en el discurso como sucede con la mayoría de la filmografía del cineasta detrás de Pelotón.

En U-Turn no hay política o conspiraciones, sino más bien la pequeña e insignificante historia de un oportunista que alguna vez tuvo talento y sueños. Bobby Cooper representa al estadounidense promedio, con estilo y mucha psicosis. Al ver el filme igual me encariñé con este malogrado personaje. Sufrí con su mala suerte, a la vez que me pregunté si en todos los pueblos desconocidos de Estados Unidos se esconden reptiles, santos y ladrones. U-Turn es un road movie personal, una debacle con encanto, cinematografía y excepcionales interpretaciones. Puro nihilismo de su director y de los años 90.

Título original: U-Turn (Camino sin Retorno, Giro al Infierno) / Director: Oliver Stone / Intérpretes: Sean Penn, Jennifer Lopez, Nick Nolte, Billy Bob Thornton, Jon Voight, Powers Boothe, Bo Hopkins, Julie Hagerty, Claire Danes y Joaquin Phoenix / año: 1997.