Hay películas que son de terreno exclusivo de la infancia, de aquellos primeros contactos y romances con el cine, y en donde las imágenes y secuencias se van forjando como el acero dentro del alma para crear recuerdos únicos e imborrables. Desde que me aventuré en la historia de la cinematografía, en la filmografía de cineastas emblemáticos de nuestra historia, he aprendido sobre lo bueno, lo malo, lo más o menos, en fin, de todo el espectro cinematográfico. También he aprendido a valorar y a comprender el cine que no siempre se analiza o se aborda desde una perspectiva más del gusto de la academia. Y esto pasa porque en los círculos de críticos de cine, de los cuales soy parte, hay mucho esnobismo. Y aquello es lamentable, en especial porque en las escuelas de cine o en los institutos de estética, incluso en muestras lideradas por embajadas o entidades culturales, resulta muy difícil ver una muestra asociada a los siguientes apellidos: Carpenter, Gordon, Hooper, Argento, Soavi o Romero.

En línea con lo anterior, siempre he considerado a Espectador Errante como un espacio para el rescate cinematográfico, no sólo de lo docto, sino también de obras más discretas que finalmente se han transformado en películas de culto. Esto porque representan los recuerdos de muchas generaciones junto a sus padres, de la época de infancia o bien de aquellos filmes que uno, en cierto momento de la vida, comentaba una y otra vez con amigos, ya sea en el colegio, en una fiesta o bien en una conversación, en esas que no van a ninguna parte, pero que a la vez significan todo.

En esta oportunidad quiero rescatar a Night of the Creeps, filme de 1986 de Fred Dekker, cineasta de culto que un año más tarde nos dio otro recuerdo imborrable: The Monster Squad (crítica disponible en nuestra página); y que también, lamentablemente, fue vilipendiado en los años noventa con el tercer volumen de la franquicia de Robocop.

Fred Dekker realizó un filme que integra los géneros de ciencia ficción, comedia y terror, a la vez que contiene diversos homenajes a maestros del suspenso, tanto en los nombres de sus personajes; y en una historia que se sustenta en el cine b de los años 50 y, en especial, del clásico La Noche de los Muertos Vivientes de George A. Romero. En el filme de Dekker, dos amigos algo desadaptados reactivan, a partir de un desafío impuesto por una fraternidad, lo que parece ser un zombie, un joven que en 1959 fue atacado por un ser del espacio, en un notable prólogo rodado en blanco y negro. El zombie se despierta de su eterno letargo creando de paso una legión de criaturas rastreras que se alojan en los cerebros de las personas, controlándolas para después contagiar a otros (no olvidar que James Gunn dirigió Slither en 2006, un homenaje directo a la obra de Dekker).

Night of the Creeps son sus diversos momentos junto a intérpretes que se perdieron en los años venideros con la excepción de la leyenda de Tom Atkins, quien se pone en la piel del detective Ray Cameron. Dicho personaje, a través de la inolvidable frase “Thrill Me!” (“¡Sorpréndeme!” en la versión doblada del filme), se roba la película. Es un hombre alcoholizado que vive de los recuerdos de un amor no correspondido, cuya muerte se debió un lunático. Los jóvenes protagonistas -Jason Lively, Steve Marshall y Jill Whitlow- tampoco lo hacen lo mal. Están correctos en sus roles conduciendo a los espectadores hacia el terreno de lo absurdo y de lo imposible, y en medio de frases de antología.

Lo interesante del filme, ya visto con distancia desde los primeros visionados en la época de mi infancia y adolescencia, son sus logradas secuencias. Es imposible olvidar a Tom Atkins mientras se prepara para enfrentar lo imposible, la secuencia del bus en donde se destruye todo el ideario perfeccionista y exitista de los años 80; y también el ataque final a una casa de una fraternidad, secuencia que incluye un lanzallamas y que, sin lugar a dudas, debió haber inspirado a Peter Jackson en la realización de Braindead (Dead Alive). En apenas 90 minutos de metraje, Fred Dekker elabora un pastiche audiovisual, pero con sentido en donde todo es posible. Nerds pasan a ser héroes, mientras que los villanos se convierten en zombies.

Night of the Creeps es amor genuino por el cine, por aquellos relatos en donde lo absurdo parece tener sentido. En los años ochenta cientos de pueblos estadounidenses fueron atacados, diezmados por monstruos, demonios y criaturas del espacio. Eran pueblos en donde todos se conocían, pero los que finalmente sobrevivían eran los más desadaptados en medio de canciones rebosantes de sintetizadores, vasos de cartón rojo, hermosas e inalcanzables mujeres, y efectos especiales y de maquillaje que nunca han podido ser superados por las gráficas por computadora. En los años ochenta todo era más real y más auténtico. Soñábamos con estas películas y nos enamoramos del cine producto de estos relatos, y gracias a cineastas no tan conocidos, pero que hoy son venerados por las audiencias de nicho.

Recomiendo volver a ver este notable filme, cuyo corazón es muy grande, y que además respira cinefilia en cada una de sus escenas. También les recomiendo que vean la edición Director`s Cut en formato dvd, la que incluye un final alternativo -como lo imaginó originalmente su director, y que podría haber dado pie a diversas secuelas. Fred Dekker siempre ha amado el cine, y ese cariño por la cinematografía y por historias de bajo presupuesto, lo pudo retratar en Night of the Creeps. Hasta el día de hoy este filme continúa cumpliendo dicho propósito. Sin duda, una obra de culto a rescatar y a disfrutar sin mayores cuestionamientos, y que además contó con el financiamiento de un gran estudio como Tristar Pictures. El cine no sólo es reflexión y un análisis perpetuo sobre los soles y bemoles de nuestra humanidad, sino también pura, desinteresada y genuina evasión y pasión por lo que vemos en la pantalla.

Título original: Night of the Creeps (también conocida como El Terror llama a su Puerta) / Director: Fred Dekker / Intérpretes: Jason Lively, Steve Marshall, Jill Whitlow y Tom Atkins / Año: 1986.