Hace algunas semanas rescaté Entre Copas de Alexander Payne como un preámbulo a su esperado filme Los que se quedan, obra que toma varias influencias cinematográficas, en especial del cine de Hal Ashby, John Cassavetes y Arthur Hiller. La historia de este filme si sitúa en un colegio privado de Massachusetts en medio de las festividades de fin de año en 1970. El profesor Paul Hunham (Paul Giamatti) es severo, solitario, un erudito que ha hecho su vida en torno al acto de enseñar, y que además busca inculcar valores como la honestidad, el honor y la pasión por la historia. Durante las fiestas de fin de año se ve obligado a cuidar a aquellos alumnos que no pueden retornar a sus hogares, conformándose finalmente un pequeño grupo junto a Angus Tully (Dominic Sessa), un estudiante sobresaliente y algo rebelde; y Mary Lamb (Da`Vine Joy Randolph), una de las cocineras principales de este tradicional centro de estudio y que, recientemente, perdió a su hijo en la Guerra de Vietnam.

Los que se quedan es una historia sobre outsiders, personajes desadaptados que mienten, sufren y que están abandonados en la más absoluta soledad. El profesor Hunham vive para enseñar. Se conduce a través de la teoría y las epopeyas de personajes desaparecidos de la historia, si bien poco ha vivido realmente. Poco o nada ha salido de su querido instituto y su vida amorosa prácticamente no existe, a la vez que es un cascarrabias. Sin embargo, tiene una vocación genuina por sus alumnos, para que estos puedan encontrar su camino en medio de las inclemencias y la vorágine del mundo moderno. A su lado está Angus Tully, huérfano en emociones, cuyos padres viven sus propias vidas y problemas; y también Mary Lamb, mujer que desde el anonimato de la cocina busca lidiar con la pérdida de un hijo que alguna vez fue una promesa estudiantil.

Entre la nieve y el clima frío de Massachusetts, estos personajes se reencontrarán a sí mismos y entre ellos. Comparten soledades y una apatía natural hacia el mundo que los rodea. Las paredes del instituto simbolizan una zona de confort para Mary y el profesor Hunham, a la vez que es un lugar que los desconecta de los demás. En cambio, Angus Tully desea explorar más allá de su contexto formativo. Busca conectarse emocionalmente con sus padres, pero no puede. Está sólo ante el mundo, al igual que sus compañeros a lo largo de días que suelen, para el común de las personas, representar alegría, júbilo y distracciones. Lo cierto es que las festividades que experimentan juntos se acercan más a la melancolía y a una sensación de desidia permanente.

Alexander Payne es un soberbio director de actores, a través de una filmografía en la que humaniza las tristezas, nimiedades y mezquindades de sus protagonistas. En su cine nadie se salva, ya que en ningún caso busca caer en una visión idealizada de la sociedad estadounidense. Al contrario, suele exponer sus innumerables miserias, haciendo que los espectadores nos encariñemos con los personajes por lo que son y no por lo que podrían llegar a ser. A Payne le viene bien los relatos más intimistas, con menos personajes y a menor escala. En Pequeña Gran Vida, filme con una crítica feroz a los excesos sociales y medioambientales del mundo moderno, no le fue muy bien. Creo que aquello se debió por un tema de dimensiones. Debo decir que a mí me gustó el filme, pero eran tantas ideas, mensajes y caminos que en algún momento dicha obra se le fue de las manos. Con Los que se quedan recupera el intimismo de películas como Nebraska, Entre Copas, Election, Citizen Ruth, Las Confesiones del Sr. Schmidt y Los Descendientes. El hábitat natural de Payne es la comedia negra y, sobre todo, la utilización deliberada de diálogos que tienen varios subtextos en relación con el fatuo exitismo de la cultura estadounidense. Lo dije al principio, ya que el filme evoca algo de la rebeldía social de los filmes de Hal Ashby (en especial de The Last Detail y de Harold And Maude), además de la sátira de las obras de Arthur Hiller (El Hospital) y la fascinación por rodar escenas en torno a conversaciones profundas y atingentes a las realidades de hoy, como lo hizo tan acertadamente John Cassavetes en sus obras. Se podría decir que Los que se quedan tiene todo es espíritu del Nuevo Hollywood, a partir de las influencias de los cineastas señalados.

Otro aspecto que me gustó mucho de Los que se quedan es que nos presenta la oportunidad de conocer un mundo de grandes cambios, en tiempos en donde había una mayor vinculación entre las personas. Me refiero a tiempo de calidad, sin la distracción de las transformaciones digitales de la era moderna. La nieve y los días fríos que acompañan a los protagonistas simbolizan la mismísima intemperie de sus emociones y flagelos. Celebran una Navidad algo agria y accidentada, pero al final todos aprenden algo o más bien consiguen avanzar. No sabemos hacia dónde, pero intuimos que después de las penas, amarguras y ciertos sacrificios lograrán llegar a un mejor lugar. Finalmente, tenemos la figura del profesor Hunham que en las últimas escenas del filme pone la otra mejilla, dándolo todo por el bienestar de su atribulado alumno. Lo anterior, sin condiciones, sin recriminaciones y desde la más absoluta generosidad demostrando que el actor de formar no siempre está en la figura de una madre y un padre, sino más bien de profesores, amigos y gente común y corriente que desde el anonimato comparten un abrazo y un consejo desde conversaciones absolutamente humanas, honestas y genuinas.

Título original: The Holdovers (Los que se quedan) / Director: Alexander Payne / Intérpretes: Paul Giamatti, Dominic Sessa, Da´Vive Joy Randolph, Carrie Preston, Brady Hepner, Jim Kaplan, Ian Dolley, Michael Provost, Andrew Garman, Naheem Garcia, Stephen Thorne, Gillian Vigman, Darby Lee-Stack y Tate Donovan / Año: 2023.