Gracias al comercio online todavía es posible encontrar libros extraños y rebuscados sobre cine, ya sea en idioma inglés o español. Sin embargo, no todo está perdido, ya que en una de mis vueltas por ciertas librerías encontré tres libros extraños y fascinantes. Eran las únicas copias y probablemente fueron libros que venían en un cargamento más grande, esos agregados que a veces se suman a los embarques de dueños de librerías, quienes muchas veces no saben realmente lo que están comprando. Bueno, en mi periplo a través de varias librerías encontré, como si se tratase de un hallazgo arqueológico, tres textos sobre intérpretes y cineastas que hablaban no tanto de su aporte a la cinematografía, sino más bien del culto que existe alrededor de estas personas o bien de sus extrañas aficiones y obsesiones.

Tengo muchos libros de cine, entre ellos, un gran número de tomos de la colección Signo e Imagen de Ediciones Cátedra, pero siempre me gusta abultar mis estantes con libros con información más llamativa, diferente y sexy, material que puede ser muy relevante a la hora de reclutar o enseñar a nuevos cinéfilos. Los espectadores se van interesando en el arte de cine y de sus protagonistas por alguna anécdota que escucharon, por una escena de antología que vieron o bien por simple fascinación ante conocimientos diferente, contexto que es relevante tener presente.

El primer libro que abordaré es Vidas Secretas de grandes Directores de Cine de Robert Schnakenberg, de la editorial Oceano en su traducción al español. Este texto de curiosa portada pone a disposición de los cinéfilos algunos de los detalles más “sabrosos” de venerados directores de cine. A través de sus páginas se profundiza en sus personalidades, obsesiones y gustos…no siempre vinculados a la cinematografía. Bueno, de algún lado tuvo que surgir la inspiración e intereses de célebres cineastas. Además, no por ser personas dedicadas al cine tienen que ser perfectos. Al contrario, se trata de personas tan humanas como nosotros, con sus soles y bemoles, y también con muchas obsesiones no necesariamente políticamente correctas.

Robert Schnakenberg nos introduce en las personalidades de cineastas como Cecil B. DeMille, quien dirigió más de 70 largometrajes, especialmente epopeyas como Los Diez Mandamientos. DeMille era grandilocuente, tenía un séquito de seguidores y se caracterizaba por ser el anfitrión de fiestas bastante excéntricas. Coleccionaba literatura erótica y tenía una fijación por los pies de sus protagonistas mujeres. También era maniático del orden y tenía gustos eróticos bastante intensos. Otras fijaciones excéntricas analizadas en el libro es la fijación, bastante conocida, de Charles Chaplin por mujeres más jóvenes que él, casi adolescentes. El cineasta Howard Hawks tampoco se salva, ya que hay pasajes que relatan su estilo de vida bastante mujeriego y su obsesión por el croquet. Además, era un notorio antisemita junto con haber rechazado la posibilidad de dirigir Casablanca, cargo que quedó en manos de Michael Curtiz.

Otros nombres como Alfred Hitchcock resaltan en las páginas del libro. Quien fuera una leyenda del cine y un director venerado por mucho -me incluyo- tenía muchas obsesiones, entre ellas, la realización de regalos inquietantes a sus protagonistas y también un miedo casi pavoroso hacia policías y curas. Su película favorita era Smokey and The Bandit con Burt Reynolds, y tenía una predilección muy particular por los filmes protagonizados por perros. En el libro también hay pasajes para Luis Buñuel, quien era coleccionista de armas, gustaba de participar en orgías y creía que tenía el poder de hipnotizar a las mujeres. Otro personaje magullado en las páginas del libro es Walt Disney, creador del imperio detrás del famoso ratón Mickey. Disney era un célebre cascarrabias y los animadores que trabajan con él le tenían pánico por su genio. También hay documentación sobre sus posturas antijudías y su simpatía con el régimen nazi.

En los capítulos de “vidas ocultas…” también se relata la dependencia del director sueco Ingmar Bergman hacia su pareja Liv Ullmann y sus ataques de ira, las sesiones de espiritismo de Federico Fellini, el fanatismo de Robert Altman por la marihuana, el alcoholismo de Sam Peckinpah y otras “sabrosas” anécdotas de figuras emblemáticas del cine mundial. Vidas Secretas de grandes Directores de Cine de Robert Schnakenber es un viaje alucinante por el lado B de cineastas venerados tanto por cinéfilos como por espectadores, cuya información bien documentada permitirá al lector comprender un poco más sobre las películas que filmaron y los temas que abordaron.

Los desconocidos habituales

En este comentario también quiero destacar los dos tomos de Cult People de Fan Ediciones. El primer tomo fue escrito por Nicanor Loreti, quien también lideró el segundo junto a Fiorella Sargenti. Estamos ante un compendio muy dinámico con entrevistas a personajes claves de la industria del cine, pero que no han sido muy abordados por especialistas y cinéfilos. En la página de la primera entrega tenemos entrevistas a David Carradine, el hombre detrás del protagónico de la serie Kung Fu y que en la década del 70 estuvo en importantes filmes de Martin Scorsese (Boxcar Bertha), Hal Ashby (Bound for Glory) e Ingmar Bergman (El Huevo de la Serpiente). En otras páginas encontramos a Billy Drago, el célebre mafioso Frank Nitti vestido de blanco en Los Intocables y quien además se “cargó” literalmente al personaje de Jim Malone en la piel de Sean Connery.

En la propuesta de Cult People hay espacio para cineastas como Wes Craven, quien fue un cineasta bastante intelectual y con inquietudes muy particulares más allá del cine de terror que lo hizo famoso (Pesadilla en la Calle Elm, Scream); Stuart Gordon, el padre de Re-Animator y de otras películas muy queridas por los cinéfilos, entre ellas, From Beyond, Castle Freak y Dolls; y William Lustig, director de Maniac Cop y que hoy lleva una vida más tranquila como dueño de Blue Underground, uno de los bastiones fílmicos en el lanzamiento y redescubrimiento del cine de terror y fantástico en formato dvd y blu ray.

El segundo capítulo se enfoca en cineastas como Richard Franklin, el Hitchcock australiano en filmes como Psicosis II y Road Games; el italiano Enzo G. Castellari, uno de los padres de la serie B de los años 60 y 70, y objeto de culto de Quentin Tarantino por el filme Aquel Maldito Tren Blindado; y Mick Garris, creador de muchas adaptaciones televisivas de los mundos de Stephen King y también el creador de Masters of Horror. Lo interesante de las páginas de este texto es la especial atención a las vidas y experiencias de intérpretes que rozaron la fama, si bien la perdieron con el tiempo. En este apartado tenemos a Michael Paré (Calles de Fuego, El Experimento Filadelfia) y Jessica Harper (Suspiria, El Fantasma de la ópera, Mi Año Favorito). Desde otro punto de vista, nos topamos con nombres más consagrados como el fallecido Powers Boothe (Southern Comfort, Nixon) y Danny Trejo (Machete).

La propuesta de Nicanor Loreti y de Fiorella Sargenti se sustenta en entrevistas que son bastante reveladoras en torno a estos artistas, quienes en varias situaciones han actuado en forma más independiente y alejados de los grandes estudios. Alrededor de estos talentos se ha creado una legión de fanáticos que tiene claro su aporte a nivel creativo. Podemos encontrar entrevistas bastante humanas y cercanas de personas que en gran parte fueron muy accesibles y muy conscientes de su rol en el cine. Estoy seguro que los cinéfilos lamentarán que no existan libros sobre estas personalidades, pero en Cult People hay cariño, dedicación y pasión por el trabajo realizado de parte de estos intérpretes y cineastas, aunque se trate de un compendio. Estamos ante una propuesta de fácil lectura, sin aspavientos que suelen ser habituales en la crítica docta y, sobre todo, con mucha originalidad de por medio.